Volver al mundo

Sin lugar para los débiles

El gobierno de Cambiemos planteó, desde el momento cero, un cambio de 180 grados en la política exterior de nuestro país. Con el pretexto de no volvernos Venezuela, abrieron la economía de nuestro país al mundo, ignorando que el mundo estaba cambiando a pasos agigantados.

El gobierno de Cambiemos planteó, desde el momento cero, un cambio de 180 grados en la política exterior de nuestro país. Con el pretexto de no volvernos Venezuela, abrieron la economía de nuestro país al mundo, ignorando que el mundo estaba cambiando a pasos agigantados. La administración Macri no fue capaz de adelantarse a la nueva época. El sistema de comercio mundial, los acuerdos de libre comercio entre bloques regionales y el dinero barato para países emergentes parecen estar llegando a su fin. Es preocupante que nuestra economía  se abra cada vez más a un mundo que parece cerrarse y que nuestras alianzas políticas tienden a afianzarse con un solo bloque político. Fueron varios los hechos que dieron la pauta de que una era podía estar terminando.

En el 2016, los habitantes de Gran Bretaña votaron abandonar la Unión Europea. Esta decisión fue uno de los primeros llamados de atención sobre que las cosas en el mundo estaban cambiando. La salida de la segunda economía de la UE abrió cientos de interrogantes sobre cómo se reacomodaría el mundo y cómo sería la ruptura. La posibilidad de que no se llegue a un acuerdo entre las partes y que haya un Brexit total sería una derrota doble para los partidarios de un mundo multilateral e integrado. Pero las repercusiones de la votación por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea abrió muchos más frentes de cambió. La victoria del nacionalismo británico avivó al del resto de los países europeos que vieron incrementadas sus posibilidades de que la posición eurófobas ganen fuerza de cara a las elecciones del parlamento europeo del 2019.

En noviembre de ese mismo año Macri se posicionó a favor de Hillary Clinton en la elección presidencial de Estados Unidos. Se equivocó. Donald Trump fue electo presidente en noviembre de ese año y, con su victoria, el mundo y el comercio, cambiaron. Estados Unidos inició una política proteccionista. Esto llevó a un elevamiento de las tasas aduaneras y un congelamiento de sus relaciones comerciales con el exterior. Los resultados de estas políticas fue un descenso del desempleo a tasas bajísimas y a un crecimiento acelerado del producto estadounidense. La Reserva Federal (Banco Central estadounidense), ante esta situación, decidió comenzar a elevar las tasas de interés por miedo a un aumento de la inflación y para desacelerar el crecimiento del producto desincentivando la inversión con tasas altas. Pero estas medidas no solo tuvieron repercusiones en EEUU, sino que fortaleció su moneda frente al resto de las monedas del mundo, provocando que los dólares tiendan a volver a la primera potencia mundial. Esto fue un claro golpe para la economía Argentina que había decidido desregular el mercado financiero local, dejando vía libre para la entrada y salida de capitales sin restricción alguna. La mala praxis del equipo económico del gobierno es evidente; el aumento de las tasas de interés fue anunciado con anticipación y el gobierno parece haber hecho caso omiso a las advertencias del mundo. Las consecuencias fueron visibles durante la crisis cambiaria de este año que dejó evidenciada la precaria situación del país que, ante cualquier cambio en el mundo, derrumba la economía nacional.


El presidente Trump se encuentra hoy con un gran problema en el frente interno de la política económica. La Reserva Federal de Estados Unidos tiene objetivos distintos y contrapuestos a los del primer mandatario, lo cual está produciendo fuertes roces entre las primeras líneas del equipo político de Trump y la reserva federal. Cabe aclarar que, históricamente, ésta ha tenido independencia para perseguir la estabilidad del dólar y controlar la inflación. Es un gran interrogante si esto va a mantenerse así en caso de un nuevo aumento de las tasas de interés, algo que el presidente estadounidense no quiere porque afectaría el crecimiento del país. ¿Existe la posibilidad de una nueva escalada en el conflicto político-económico interno de EEUU? De ser así, esto podría ocasionar cambios estructurales de gran importancia a la interna de la primera potencia mundial pero también afecta al mundo en un momento donde estamos viviendo una fuerte guerra comercial.

A principio de este año hubo elecciones en Italia. El saldo fue la victoria de la Liga del Norte y el Movimiento 5 estrellas. La discusión del presupuesto que planean aprobar las autoridades italianas –con un déficit mayor al 2.4%- viola las reglas de la UE. Queda claro que el nuevo gobierno de Italia junto al proceso de Brexit pone en aprietos la hegemonía del integracionismo Europeo liderado por Merkel y Macron, dos aliados de Macri que pugnan por una economía conectada, con un posible pacto de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur. El avance de partidos euroescépticos es una traba para la conformación de acuerdos intercontinentales de cooperación económica.

A mitad del 2018 comenzó una profunda guerra comercial entre las dos principales economías del mundo, Estados Unidos y China. La razón esgrimida por Donald Trump para poner un freno a las importaciones provenientes del gigante asiático es el profundo déficit comercial que su país tiene con China. La escalada del conflicto parece no tener fin. No se sabe aún cuáles serán las represalias que tomará el gobierno chino pero, si hay represalias, el costo para el crecimiento del comercio y la producción mundial puede ser altísimo. El 2018 será un año de un fuerte aumento en el PBI mundial pero todo parece indicar que la guerra comercial tendrá un fuerte impacto en el posible desarrollo de los próximos años. Esto es preocupante para todas las economías pero, seguramente, afecte más a las economías vulnerables a cambios en el exterior, como por ejemplo la Argentina o Turquía. Si nuestro país tuvo un año signado por una crisis cambiaria en un tiempo de crecimiento mundial, ¿cómo nos irá en un 2019 que parece ser mucho menos prometedor en términos mundiales que el 2018? Está claro que los planes económicos del macrismo van en contra de la tendencia mundial y nos está dejando cada vez peor parados en un contexto mundial cada vez más adverso para las economías emergentes como la nuestra.

Por último, nos encontramos con el factor Brasil, nuestro principal socio comercial. La victoria de Bolsonaro abre varios interrogantes en nuestro país. Para empezar, ¿cómo se acomodará el macrismo ante un presidente de tendencias fascistas en la economía más grande de América del Sur? Parece confirmarse cada vez más que Bolsonaro es el candidato del establishment económico de Brasil y así lo demuestra su equipo económico, afín con ideas ortodoxas y de corte privatizadoras.  En segundo lugar, es una incógnita qué pasará con el Mercosur. Es sabido que el gobierno de Temer ha querido negociar acuerdos de libre comercio con Europa por fuera del bloque regional. Pero la realidad es que cualquier cambio en Brasil nos afecta fuertemente. ¿Qué hará la Argentina frente al fascismo de Bolsonaro que puede amenazar con romper una de las únicas políticas de Estado continental y cómo se posicionará ante la posibilidad de que la política económica de Brasil nos deje aún más vulnerables frente al mundo? El gobierno nacional ya dio los primeros indicios de la posición frente a un posible gobierno de Bolsonaro. En declaraciones recientes el canciller argentino, Jorge Faurie dijo que “Brasil votó hacia el futuro, no hacia el pasado”. ¿Será el gobierno de Macri un aliado político de Jair Bolsonaro si éste es elegido presidente?

La política exterior de nuestro país con respecto a Brasil es, en términos políticos, desastrosa. Vale recordar que el primer gobierno en reconocer al golpista Temer fue el argentino. También es importante el impacto político que tendrá la victoria de Bolsonaro en nuestro país. La Argentina ha podido generar consensos básicos sobre temas de derechos humanos, portación de armas e inmigrantes durante los últimos años pero la reciente victoria de Bolsonaro abre muchas preguntas sobre si esto cambiará en nuestro país. La ministra Bullrich en declaraciones a la prensa ya dio idea de lo que se piensa con respecto a las armas y el gobierno nacional lo ha hecho sobre los inmigrantes. ¿Traerá la victoria de Bolsonaro una ruptura de algunos consensos básicos de la democracia Argentina?

Muchos interrogantes se abren a nivel mundial para los años que vienen. La Argentina parece estar parada en uno de los peores lugares posibles para enfrentar los desafíos que vienen. Son muchos los analistas económicos que esperan una nueva recesión para los próximos años. La Argentina estuvo muy bien plantada en la crisis del 2008, momento en el que nuestro país fue capaz de surfear la recesión mundial a través de políticas anti cíclicas. La pregunta final es la siguiente: ¿cómo estará parado nuestro país ante la crisis que puede venirse? Nos enfrentamos a desafíos de gran magnitud y necesitamos un gobierno que esté a la altura.

Cambiemos se enfrenta a un mundo con un orden que viene desarmándose desde el 2008, con una primer potencia como Estados Unidos que ha venido perdiendo su lugar como líder que tuvo en soledad desde la caída de la Unión Soviética, y con una China que si bien ha avanzado mucho en su esfera de influencia, aún no tiene las condiciones materiales para tomar la posición que supo tener Estados Unidos en los años noventa. Trump parece no querer ocupar ese lugar que su país supo tener décadas atrás pero aún no ha hecho grandes avances en cuanto a romper ciertos bloques estratégicos que dominaron la fuerza de occidente como la alianza con la OTAN. La Unión Europea, si bien sigue funcionando con mucha fuerza, se encuentra jaqueada por la fuerza de los nacionalismos en muchos países y mira con especial atención al gobierno de Italia y a la pujante AfD de Alemania.

En este contexto político tan cambiante se abren decenas de interrogantes sobre cómo será el mundo que se viene. Turquía es un caso que ilustra bastante claramente el cambio mundial de las alianzas políticas. Desde el intento de golpe de Estado a Erdogan, Turquía ha comenzado a tensar sus relaciones con Estados Unidos y a acercarse más a Rusia, un histórico rival. Este hecho demuestra que, si bien se mantienen las relaciones comerciales con Estados Unidos, Turquía ha decidido diversificar sus relaciones político-económicas, siendo esto una muestra más del mundo multipolar al que estamos tendiendo. Argentina, en cambio, está viviendo un proceso inverso: cada vez nos acercamos más a un único bloque geopolítico, el de la OTAN.

Es necesario, ante los nuevos desafíos, estar a la altura y pensar el mundo en una clave multipolar, donde las relaciones comerciales con EEUU se mantengan pero también manteniendo fuertes lazos con China, la India, Rusia y el resto de los países en vías de desarrollo. Si Cambiemos no es capaz de entender el mundo que se viene, estaremos, seguramente, condenados a años de atraso y problemas políticos y económicos.

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