Antihéroes

El capital nacional insolente II ‧ Yabrán

Nadie conocía su nombre hasta que el mingo Cavallo se pasó más de 9 horas hablando de él en el congreso nacional. Nadie conocía su cara hasta que Cabezas le sacó una foto. Se consolidó como una leyenda de las sombras antes de ser Yabrán.

Diversificando: los negocios en Ezeiza

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“El poder es tener impunidad”

Hace ya algunos años, un buen amigo mío me contó que durante sus insomnios nocturnos tenía “ataques de AMIA”. Hasta ese momento yo conocía poco y nada de los pormenores de las investigaciones del atentado; pero me resultó tan cómica su definición pasional que no pude menos que escuchar atentamente todo lo que investigaba durante estos “ataques”. En esa conversación de borrachos en un bar de Palermo escuché por primera vez la trama de vinculaciones que unía a Alfredo Yabrán con la familia Menem, los Yoma y el tráfico de armas. Esas vinculaciones se extendían hasta Monzer Al Kassar, palabras mayores en el negocio ilegal de armamento, preso desde el año 2008 en Estados Unidos a partir de un operativo Hollywoodense en su palacio en Marbella. La anécdota más pintoresca de esta trama policial la protagonizó Ibrahim al Ibrahim, casado con Amira Yoma (cuñada del presidente), quién tuvo la suerte de ser bendecido con el cargo de jefe de aduanas, a través de un decreto firmado por el vicepresidente Eduardo Duhalde, a pesar de no hablar ni una palabra de español. Entre los grandes méritos de su gestión, está el haber concedido en tiempo récord un pasaporte a su compatriota Monzer Al Kassar. Tanto Ibrahim al Ibrahim como Monzer Al Kassar cada tanto se premiaban con una escapada de fin de semana en las estancias de Yabrán en Entre Ríos.

Incursionando en las biografías de nuestro protagonista del día, se encendieron todas mis alarmas instaladas en aquella conversación con mi amigo cuando empecé a leer sobre los negocios de los aeropuertos durante los 90. El cuento, que desgraciadamente de cuento tiene poco, comienza con las relaciones de Yabrán con la Fuerza Aérea, que se remontan a su paso por Borroughs y culminan con la escandalosa consolidación de EDCADASSA, empresa mixta en los papeles controlada en un 55 % por la Fuerza Aérea y un 45 % por la empresa Villalonga Furglong de Yabrán. Esta fusión fue gestión del jefe de la Fuerza Aérea Brigadier Ernesto Crespo, con la excusa de liberar a la fuerza de la responsabilidad sobre los depósitos fiscales y evitar que “les pusieran droga”. El gancho en esos papeles fue del flamante Raúl Alfonsín, como premio a su casi único aliado militar durante el levantamiento carapintada.

Vertiginosamente, Yabrán fue quedándose con prácticamente todos los negocios privados de Ezeiza y algunos del aeropuerto de Córdoba, con la deliberada colaboración de los Brigadier Crespo y de su sucesor Brigadier Juliá. En Ezeiza, además de la constitución de EDCADASSA para el control de los depósitos fiscales, y de todo lo que entraba y salía para decirlo mal y pronto, operaban en el aeropuerto Villalonga Furlong, Intercargo e Interbaires, dentro de un holding llamado Inversiones y Servicios S.A, que controlaba el servicio de rampas que hasta ese momento manejaba Aerolíneas Argentinas, y los free shop. Durante el año 1990, la DEA comenzó a frecuentar Ezeiza para llevar adelante investigaciones sobre EDCADASSA poniéndola en la lupa por posibles mangueras de contrabando, y de paso para hacerle una gauchada a Fred Smith de Federal Express y desarmar a Yabrán.

Rodolfo Echegoyen estuvo a cargo de la Dirección de Aduanas desde febrero hasta noviembre del año 1990. El 12 de diciembre de ese mismo año apareció muerto en su despacho y su nombre terminó adentro de un expediente de “muerte dudosa”. El brigadier había iniciado investigaciones en Ezeiza, aprovechando la presencia de la DEA y creyendo encontrar ahí un respaldo para meterse en el barullo en el que se estaba metiendo. “Había detectado un circuito de contrabando en distintas formas (narcotráfico, tráfico de armas, lavado de dinero, etc…) que operaría de la siguiente manera: de las aeronaves arribadas al Aeroparque y al aeropuerto de Ezeiza, la mercadería se transportaría a través de Intercargo e Interbaires a los galpones de EDCADASSA y, desde allí, OCA y OCASA harían su distribución, efectuándose asimismo la operación inversa para sacar divisas del país hacia el exterior”[vii]. Un círculo perfecto. Luego de su renuncia y algunos días antes de morir dijo, según cuenta uno de sus hijos en el diario La Nación: “’Acá no se habla más de Yabrán: hay que olvidarse de ese nombre’ y arrancó de su agenda la hoja de la Y”.

En una entrevista del diario Clarín recopilada por el abogado de la familia Echegoyen y ex diputado nacional Franco Caviglia, el periodista le pregunta al Brigadier Ernesto Crespo: –¿Usted fue socio de Yabrán? -Yo ni siquiera lo conocí. Lo que pasó es que con los demás comandantes planteamos la necesidad de formar una sociedad con algún empresario para no tener toda la responsabilidad del manejo de los depósitos fiscales. Era un buen negocio y además teníamos miedo de que nos pusieran droga. Y bueno, así apareció Villalonga Furlong. -¿No sabía que era de Yabrán? -Para mí esa empresa era de Andrés Gigena, que era el que negociaba con nosotros. Si Echegoyen trajo a Villalonga sabiendo que era de Yabrán, entonces habla muy mal de Echegoyen. Porque engañó a sus pares y a su comandante[viii].

Efectivamente había sido Yabrán quien había sugerido a Echegoyen para ocupar el cargo en la aduana. Lo que Echegoyen no sabía era que Yabrán no admitía traiciones de los suyos. El Cartero había puesto a todo su aparato de inteligencia para-estatal a controlar cada uno de sus movimientos, como le hizo saber en más de una apretada previa al trágico final. El Brigadier Crespo fue ampliamente cuestionado por sus vinculaciones con Monzer Al Kassar y la venta ilegal de armas a Croacia; con Yabrán a partir de sus sospechosos decretos que lo ubicaron como dueño de los aeropuertos, y con las más altas esferas de las familias Menem y Yoma.

La foto

2
“Domingo Felipe Cavallo nos quiere hacer creer a todos los argentinos que acá hay una película americana de gángsters. El guión y la dirección es de él. Donde hay una fortaleza donde vive un mafioso, donde hay un ejército de seguridad privada, donde hay contactos con el gobierno. En fin. Un estado dentro del Estado. El que se oponga a algún… que sea algún obstáculo para la carrera loca de Cavallo va a ser lo mismo”.

Nadie conocía su nombre hasta que el mingo Cavallo se pasó más de 9 horas hablando de él en el congreso nacional. Nadie conocía su cara hasta que Cabezas le sacó una foto. En una de las dos entrevistas que dio a medios gráficos se jactó de que “ni los servicios de inteligencia” tenían una foto de él. Fue Quico, el Cartero, el Amarillo, Don Alfredo. Se consolidó como una leyenda de las sombras antes de ser Yabrán. Y, cuando se destaparon su nombre, su cara y sus negocios, empezó su batalla final con el periodismo por la fatídica foto.

Para ese entonces, Yabrán controlaba casi por completo los servicios postales del estado y privados, el clearing bancario y los depósitos fiscales de los aeropuertos. Varias empresas de correo, camiones de caudales, una aerolínea, empresas inmobiliarias y agropecuarias, y el control de todos los negocios privados en Ezeiza y en el aeropuerto de Córdoba. Los funcionarios de los entes reguladores se paseaban por los directorios de las empresas del Cartero. Los ministros y diputados se divertían en sus fiestas. Ponía y sacaba a los jefes de aduana. Hablaba por teléfono regularmente con jueces y con el mismísimo presidente patilludo. Tenía un ejército de ex represores de la dictadura llamado Bridees (Brigadas de la ex ESMA), y un aparato de inteligencia digno de Stiuso y de Marcelo D’Alessio. Era el Estado detrás del Estado.

La foto fatídica aparece en la tapa de la revista Noticias el día 3 de marzo de 1996. José Luis Cabezas la había sacado en el mes de febrero, durante el descanso veraniego de Alfredo Yabrán en la ciudad de Pinamar. Alquilaron una carpa en el balneario contiguo al frecuentado por Yabrán, y montaron guardia en lugares cercanos a la mansión de veraneo del amarillo. “Que me saquen una foto es como pegarme un tiro”, había dicho Yabrán. José Luis Cabezas fue asesinado el 25 de enero de 1997, hace 23 años, por miembros de la policía bonaerense, un grupo de criminales llamado Banda de Los Horneros y un grupo de matones del Bridees. Le pegaron dos tiros, de acuerdo al expediente disparados por el comisario Gustavo Prellezo, y luego lo carbonizaron dentro de su auto dejándolo al costado de la ruta en la zona de General Madariaga. Una película americana de gángsters.

Cuando parecía que Yabrán se recomponía tras haber perdido varias batallas con Cavallo, la investigación por el asesinato de Cabezas lo ponía nuevamente en el centro de la escena de la que tanto renegaba. En el programa En Hora Clave del año 1997, Mariano Grondona le preguntó por qué creía que la denuncia de Cavallo estaba conectada con las acusaciones que estaba recibiendo por el crimen de Cabezas: “Él instala la palabra mafia al lado mío. Entonces, ¿qué es lo que dice Cavallo cuando pasa el desgraciado crimen de Cabezas? Fue la mafia, ya está. De ahí entonces hay un solo paso, mirarlo a Yabrán”. En la entrevista famosa al diario Clarín, explica: “Yo salgo por el crimen de Cabezas. No tengo dudas porque realmente es una cosa conmocionante que a uno lo estremece (…) Y que de alguna manera Cavallo pretenda vincularme con todo esto de Cabezas me pone muy mal”. Cavallo 1, Yabrán 2.

Yabrán, su familia y sus matones tenían ya para ese entonces varios antecedentes de ataques contra periodistas. Carlos Yabrán, uno de sus hermanos, le pegó un tiro en el muslo a una periodista del diario La Prensa con un revólver calibre 38 argumentando luego que “solo quería asustarla”. En 1995, según cuenta Bonasso: “el cronista de Telefé Jorge Penin y el camarógrafo que lo acompañaba intentaban tomar vistas externas del chalet Narbay en Pinamar, cuando un Ford Falcon con dos sujetos a bordo se les tiró encima y casi los aplasta. Los enviados del canal corrieron hacia su propio vehículo para emprender la huida. El Falcon les golpeó el paragolpes trasero de la camioneta Fiorino en que viajaban y los empujó unos ochenta metros (…) y, a plena luz del día, los custodios, aparentemente con un fusil de aire comprimido, dispararon contra la Fiorino, destrozándole los vidrios”[ix].

A.Y. NOT DEAD

Y el realismo mágico latinoamericano nuevamente nos invita a flipar con la realidad. El día 20 de mayo El Quico se reventó los sesos con una escopeta Baikal soviética segundos antes de que la policía entrerriana lo encontrara encerrado en una habitación. Había estado prófugo de la justicia más o menos una quincena, hasta que lo encontraron con la ayuda de un periodista local en una estancia suya que no visitaba jamás. Se encontraba refugiado junto con sus caseros, Leonardo Aristimuño (casi como el cantante, pero no) y su mujer, que luego del escopetazo lloraron a moco tendido durante horas. De todas maneras, entre lágrimas, Aristimuño tuvo todos los radares encendidos y se quedó con la valijita de Don Alfredo que luego obedientemente acercó a la mansión del Águila en Martínez, a la señora María Cristina. Una escena del crimen manoseada, objetos desaparecidos, acusaciones cruzadas entre Duhalde y la bonaerense, y un manto de lo siniestro encubriendo la Aldea San Antonio en Entre Ríos. Todavía hoy circulan rumores que afirman convencidos que Yabrán nunca murió, y que algún pobre perejil tomó su lugar mientras él escapaba por la ventana hacia su Siria natal en compañía de su buen amigo Ibrahim al Ibrahim.

En la carta que deja escrita el día anterior al disparo, Yabrán dice: “Sr. Juez: Ante esta formidable campaña de condena pública dirigida por el gran director Domingo F. Cavallo en sociedad con todos los inescrupulosos políticos comprometidos en hacerlo a Duhalde dueño de la verdad y del país, quiero expresarle mi decisión de quitarme la vida ante la imposibilidad de seguir sufriendo y haciendo sufrir a todos mis seres queridos”. Luego de hacer referencia al crimen de José Luis Cabezas, del que siguió afirmándose inocente, agrega: “Como no aguanto ser el payaso de este circo montado por Duhalde y sus boys es que JURO mi inocencia, expongo el caso por si se quiere limpiar el país de estos personajes y me someto a la Justicia Divina”. (19 de mayo de 1998) De ahí la famosa frase del cabezón: “me tiraron un muerto”.

Nuestro país tiene una larga tradición de impunidad. Existe entre nosotros y nosotras una sensación bastante arraigada de que cuando pasa algo grande nadie paga. Las investigaciones de las explosiones en la AMIA y en la embajada de Israel, dos de los atentados más grandes en occidente previo a las torres gemelas, se encuentran aún en pañales después de más de 25 años. Casualmente, en el año 2015 muere uno de los fiscales de la causa AMIA, que convenientemente recolectaba información a través de los servicios de inteligencia. Los mismos que no se hacen cargo de Marcelo D’Alessio, el eslabón perdido de una trama de intrigas que como ya pasó de moda en los grandes medios pareciera no ser tan grave. Nuestro presidente dijo en su discurso de asunción que no habría Nunca Más hasta que no se terminaran las operaciones judiciales y de los servicios de inteligencia (los carpetazos, para los amigos) y anunció que una de las primeras medidas del nuevo gobierno sería intervenir la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Yo salté de mi silla con los ojos desorbitados, porque resulta que en este país hay muchas cosas de las que pareciera estar prohibido hablar. Y comentándolo con gente cercana descubrí que la sensación que yo había tenido era generalizada: una mezcla de alegría y de “uf, qué quilombo”. Inmediatamente me acordé de la AMIA y las causas por encubrimiento, de Stiuso y sus grabaciones ocultas, de Nisman, de D’Alessio, Stornelli y Bonadío, de la dictadura, de Raúl Martins, ex jefe SIDE y campeón de los carpetazos usados para continuar siendo el zar de la prostitución a sus anchas. Y no puedo dejar de pensar en lo oportuno que sería de una vez por todas poder desenmascarar los verdaderos procedimientos que son capaces de derrocar gobiernos sin que nadie sospeche lo que ocurre detrás, en las sombras.

Yabrán fue uno más de los tantos personajes de nuestro país que se movieron en un entramado pornográficamente mafioso, que devino monstruo en los 90. Yabrán no estuvo solo nunca, estuvo siempre inmerso en una red siniestra que involucró a las altas esferas de la política, a las fuerzas de seguridad, a la justicia, a algunos sectores del periodismo y a una casta empresarial que se benefició del desguace del Estado. En la reforma modernizante de lo público que debía tener lugar en la Argentina en los años 80 y 90 como herencia de los Chicago Boys y del Consenso de Washington no había lugar para empresas públicas eficientes y magnánimas como las que habíamos sabido construir. El correo nacional es una de las tantas empresas públicas que padecieron una primera etapa de vaciamiento para ser luego rematadas. Nuestros ferrocarriles, YPF, Aerolíneas Argentinas, SOMISA.

Podríamos especular con que Yabrán, dentro de esta imbricada red, sirvió durante muchos años a la estrategia que él mismo explicitó en su reunión con Cavallo “yo soy el que en la práctica ha promovido la privatización del correo”, y mientras esto sucedía el Cartero no fue molestado. Los problemas empezaron cuando los propulsores de estas reformas corrían serios riesgos de quedar afuera de la tajada, y entonces de un momento a otro apuntaron todos sus fusiles contra el polémico empresario nacional que avanzaba hacia un monopolio total de los servicios postales. Domingo Cavallo no fue más que la marioneta local de una estrategia continental en el marco de una Argentina presionada por el FMI, y Yabrán pagó el precio, como él mismo dijo, de ser “el capital nacional insolente”. Cavallo 2, Yabrán 2.

3

Fuentes

Bonasso, M. Don Alfredo. Buenos Aires: 1999.
Cavigllia, F. y Sanz C. La larga sombra de Yabrán. Buenos Aires: 1998.
Cherashny, G., Menem, Yabrán, Cavallo; final abierto. Buenos Aires: 1997.
https://www.lanacion.com.ar/politica/echegoyen-estaba-por-hablar-cuando-murio-nid66533
https://www.clarin.com/politica/poderoso-logra-ventaja_0_HJOb5wGbCFe.html
https://www.lanacion.com.ar/politica/denuncian-que-hubo-reuniones-entre-crespo-yabran-y-al-kassar-nid98949
https://elretratodehoy.com.ar/2014/03/22/ibanez-un-apellido-que-fue-sinonimo-de-poder-y-tragedia/
https://www.perfil.com/noticias/politica/quien-es-guillermo-ledesma-un-hombre-clave-en-el-caso-antonini-20080915-0015.phtml
https://www.lanacion.com.ar/politica/el-desconcierto-en-la-casa-de-martinez-nid97351
https://www.lanacion.com.ar/politica/interrogantes-en-el-cavallismo-sobre-el-final-del-empresario-nid97338
https://www.lanacion.com.ar/politica/un-final-tan-misterioso-como-el-de-pc-farias-nid97334
https://www.lanacion.com.ar/politica/sospechan-que-yabran-hospedo-a-al-kassar-en-entre-rios-nid99307
https://www.lanacion.com.ar/opinion/yabran-y-la-incredulidad-general-nid97466
https://www.infobae.com/sociedad/2018/05/20/fuga-de-pelicula-la-soledad-de-una-estancia-y-un-arma-de-caza-las-ultimas-horas-de-alfredo-yabran-antes-del-disparo-fatal/
https://www.lanacion.com.ar/sociedad/la-historia-secreta-de-ada-y-yabran-nid100039

[viii] La Larga sombra de Yabrán, pág. 52
[ix] Don Alfredo, pág. 333

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