Antihéroes

Si no fuera por Malvinas · Seineldín

Mohamed Alí Seineldín, “Milo” para los amigos, fue hijo de libaneses drusos. Según cuenta él mismo: “cuando se va a un país, el ciudadano tiene que amoldarse a las costumbres de ese país y distinguirse por ser buena persona”. Sus padres muy pronto lo convirtieron, entonces, a la fe cristiana.

MOHAMED ALÍ SEINELDÍN

Antihéroes #4

“La realidad de los años 90 descubre la intención de una política imperialista que pretende imponer una hegemonía mundial, la cual implica, para nuestras naciones, un claro destino de colonia. Es a partir de ese cruel propósito que se ha ido desarrollando una voluntad de RESISTENCIA, entre quienes no aceptan para sus pueblos un futuro tan indigno.”[i]

Los drusos no son musulmanes, ni son católicos. Forman parte de una llamada “minoría religiosa”, con algunos miles en Siria, otros miles en el Líbano, y algunos pocos esparcidos en Israel y en Jordania. Su idioma es el árabe, pero contienen en su doctrina la importancia vital de amoldarse a la cultura del país que les da cobijo. Es decir, un migrante druso adopta el idioma, las costumbres, los valores y la religión del país al que emigra. Sus principios son Dios, La Patria, la familia, la amistad, y otorgan una importancia fundamental a la rectitud en la palabra.

Mohamed Alí Seineldín, “Milo” para los amigos, fue hijo de libaneses drusos. Según cuenta él mismo: “cuando se va a un país, el ciudadano tiene que amoldarse a las costumbres de ese país y distinguirse por ser buena persona”[ii]. Sus padres muy pronto lo convirtieron, entonces, a la fe cristiana. 

Fue héroe de Malvinas, se opuso al golpe de estado de 1976 argumentando que “es mejor un gobierno civil malo que un gobierno militar bueno”; se levantó contra los mandos superiores del ejército bajo el gobierno del Comandante patilludo Carlos Saúl I, y armó las Fuerzas de Seguridad del presidente (de facto) Noriega en Panamá como agregado militar. Fue condenado a cadena perpetua por juzgarse: “promotor y cabecilla del delito de motín agravado por derramamiento de sangre” y “rebelión, agravada por su condición de militar”. Fue amigo íntimo de Zulema Yoma. Pasó 14 años preso hasta que fue indultado en el año 2003 por Eduardo Duhalde. Mientras estuvo encarcelado, sufrió la muerte de su hijo por esclerosis múltiple. Fidel Castro dijo de él: “Mira chico, no me interesa que Seineldín sea católico y yo ateo, ni que él sea nacionalista y yo comunista; es un luchador anti imperialista y debe ser apoyado”.

Seineldín establecía una diferencia entre la “Gran Política” y la “pequeña política”. La Gran política consistía en el estudio y la defensa de los valores trascendentes de la nación: es decir, Dios, la Patria, la Familia. La pequeña política se trataba de atender las necesidades de la gente. Insistentemente en cada una de sus entrevistas explica que el ejército debe ocuparse de la Gran política, y jamás inmiscuirse en la pequeña. “Para mí A es A, y B es B. Esa es la formación en el cuartel. En cambio en la pequeña política hay que caracolear… viborear un poco”[iii]. Explica Juan Domingo Perón en su escrito La fuerza es el derecho de las bestias que: “La escuela del mando difiere totalmente de la escuela del gobierno. Un militar sólo puede ser gobernante si es capaz de arrojar por la ventana al general que lleva adentro, renunciar a la violencia y someterse al derecho”[iv]. Por supuesto, Seineldín era peronista.

Cuando le preguntan por (Aldo) Rico y el primer levantamiento carapintada, Seineldín explica que Rico abandonó lo militar y que adoptó costumbres que no encajan con un soldado. Dice que “perdió el sol” y se dedicó a un proyecto personal ligado a la pequeña política. Cuando se produce el primer levantamiento aquella semana santa del año 1987, Seineldín se encontraba en Panamá y afirma no haber tenido incidencia en las decisiones de Aldo Rico y el conjunto de soldados acuartelados. “(Rico) embarca a toda esa gente y la gasta”. Luego de la rendición de las tropas de Rico, un conjunto de suboficiales viajan a Panamá a visitar al Coronel Seineldín, y a pedirle que conduzca la línea “patriótica” del Ejército. En 1988 se produce el levantamiento de Villa Martelli.

Héroe de Malvinas

A partir de su participación en el Operativo Independencia en Tucumán, por orden del gobierno de Isabel, Seineldín comienza a formar una unidad de comando de Fuerzas Especiales al interior del Ejército con su entrenamiento en las estrategias de la Guerra no convencional -según la definición de Ecured: Injerencia en un país con intencionalidad política de dominación sin usar la tecnología bélica (armas, tanques, drones y bombardeos); para la Argentina, guerra contra la subversión. Según cuenta él mismo, las Fuerzas Especiales eran repudiadas en el generalato, que estaba entrenado en la Guerra Convencional. Sin embargo, él defendió el comando a capa y espada hasta que llegó la Guerra de Malvinas. En enero del año 1982, es decir, varios meses antes de que estallaran siquiera las noticias de la guerra, lo convocan a viajar a Bahía Blanca para planificar el operativo de ocupación de las islas. Irónicamente, el General que lo convoca, García, había sido el mismo que le impartió los castigos cuando manifestó abiertamente su oposición al golpe de estado de 1976.

Seineldín peleó en la guerra a cargo del Regimiento 25 de Infantería que entrenó en la Guarnición “Sarmiento” en la Provincia de Chubut, y consiguió derribar unos cuantos helicópteros británicos y obtener la baja de más alto rango del ejército enemigo. Los Mayores Rico y Castagneto pelearon al mando la unidad de comando de Fuerzas Especiales que habían sido creadas y preparadas por Seineldín. Un mayor británico describió lo siguiente:

Cuando fue avisado que su regimiento había sido seleccionado para el despliegue en Malvinas, Seineldín le renombró Regimiento de Infantería Especial 25, aunque los periodistas argentinos más tarde lo llamarían el Regimiento de Comandos Seineldín. En la defensa de Puerto Argentino, Seineldín pronto expandió su regimiento en cinco compañías de unos 100 hombres cada una añadiendo a las compañías D y E. La mayoría de los oficiales y suboficiales eran comandos o paracaidistas y con un equipo de suboficiales instructores altamente capacitados y motivados; sacó lo mejor de sus conscriptos en un corto pero duro curso de comandos.[v]

El relato de Milo acerca de la Guerra de Malvinas tiene un tono bien mítico. La llama “Gran gesta religiosa y patriótica austral”. Insiste en que no fue un error, y describe los acontecimientos del año 1982 como una maniobra de la providencia: la operación de recuperación de las islas estaba prevista para el 24 de mayo, de tal modo que a los británicos se los recibiría con un crudo invierno. Ese era el tiempo que llevaría, además, capacitar a los cabos y conscriptos que tomarían posesión de las islas. Sin embargo, la operación se precipitó casi dos meses por un pintoresco detonante, cuando un argentino izó nuestra bandera en territorio isleño. Seineldín afirma que aún sin estar suficientemente preparados, podríamos haber resistido la ocupación. Pero cuenta también que Inglaterra tenía pensado lanzar un proyectil atómico en la provincia de Córdoba, y que, por ende, iban a ganar de todos modos. Margaret Tatcher no podía permitirse el desprendimiento de uno de sus dominios, funcionando como ejemplo para el resto de sus colonias esparcidas en el mundo. Dice Seineldín: “Sin sus dominios, el Reino Unido no es nada”.

Molestando al Big Brother

“Las voces de la historia y la memoria de los pueblos Iberoamericanos, surgidos de las sacrificadas y largas luchas de sus antepasados, hoy se enfrentan a una difícil encrucijada. Poderes extranjeros confabulados con las ambiciones mezquinas de gobernantes locales (que han cedido su alma y han vendido a sus pueblos) pretenden imponerles un sistema prepotente e inmoral: “el Nuevo Orden Internacional”[vi]

A su regreso de Malvinas, Seineldín es enviado como agregado militar a la República de Panamá. En el marco de los acuerdos firmados en 1977 entre el presidente Torrijos y Jimmy Carter, mediante los cuales los norteamericanos cederían la ocupación del Canal de Panamá a su legítima propietaria, el en ese entonces presidente Manuel Antonio Noriega necesitaba reforzar sus Fuerzas Armadas de Seguridad.

Noriega había sido durante muchos años un lacayo fiel de los norteamericanos, y mientras eso así fue, conservó para sí un inmenso poder de acción en su política interna. Según cuenta Seineldín, los conflictos empezaron cuando Noriega se negó a formar “la contra” de los sandinistas nicaragüenses. A partir de ese momento, el presidente panameño fue tildado de dictador comunista y arremetido por toda la prensa internacional. Probablemente nos resulte familiar la historia, pero estas acusaciones sirvieron de catalizador para la invasión norteamericana en Panamá en el año 1989, con un operativo espectacular al que poéticamente denominaron Operación Causa Justa bajo la presidencia de Bush padre.  Seineldín relaciona estos acontecimientos y las relaciones entre Noriega y los norteamericanos con lo que ocurrió con Sadam Husein y Osama Bin Laden. Afirma que ambos trabajaban para el departamento de estado con el claro objetivo de destruir la revolución islámica y aplastar a Irán, y que fueron abatidos cuando Washington perdió su influencia sobre ellos.

El envío de Seineldín a Panamá él mismo lo describe como una forma de “sacárselo de encima”. El retorno de Malvinas fue, para los combatientes, sumamente hostil. Los relatos hablan de un aislamiento y un “no saber qué hacer” por parte del generalato, que no podía ya maniobrar en el resquebrajamiento del gobierno militar. Por otro lado, tanto Seineldín como Aldo Rico formaban parte de una línea del Ejército nacionalista, o como la llama él mismo “patriota, cristiana y constitucionalista” y en franca ruptura con las cúpulas que “no tuvieron grandeza para recibirnos”[vii].  Allí en Panamá, Seineldín escucha en un congreso una exposición acerca del destino que las potencias imperiales tenían preparado para los países de América Latina. De ese informe parte para redactar, años más tarde y desde la cárcel de Caseros, su Síntesis del Proyecto mundialista “nuevo orden” para ser impuesto en las naciones iberoamericanas.

Existen, según Milo, tres facciones al interior del ejército: los liberales, que no tienen “enraizado el espíritu nacional dentro de su país”, y los responsabiliza por los golpes de estado del siglo XX en Argentina; los profesionalizados, o burócratas, que se jactan de solamente “obedecer órdenes”; y por último, los patriotas, grupo en el que se incluye junto con aquellos que formaron parte de los levantamientos carapintadas.

Se pudrió todo: los levantamientos

 “Estimado Lanata, la línea del ejército que ha realizado los golpes de estado es la línea liberal (…) los nacionalistas o los patriotas solamente hicieron la revolución del 43’; todos los demás (golpes) fueron organizados por los norteamericanos y por la línea liberal del ejército.”[viii]

El 3 de diciembre del año 1990 Mohamed Alí Seineldín se levantó en armas desde varios Regimientos de Infantería en “defensa del honor del Ejército Argentino”. Si bien fue rápidamente encarcelado, asumió públicamente la plena responsabilidad de los acontecimientos en una carta pública a sus mandos militares: “Referente a los hechos sucedidos en el día de la fecha, pongo en su conocimiento que asumo la total responsabilidad de los mismos a pesar de no haber estado presente y alejado de la zona de las operaciones. Dejo constancia que todos los jefes superiores, jefes subalternos, oficiales y suboficiales del ejército y de la prefectura naval argentina cumplieron órdenes estrictas que les impartí.”

“¿Está arrepentido?”, le pregunta Luis Majul. “No. Porque ante las circunstancias, tomando conocimiento en Panamá de lo que iba a suceder en el país (…) Yo informé a mi superioridad, me dieron la espalda y se produjo ante estas circunstancias que yo conozco lo que iba a pasar, a mi no me quedó otro camino (…) La violencia moral la produjo el mismo gobierno para quedar bien con los EEUU y entregar el país”. Seineldín atribuye todas las muertes del 3 de diciembre al ataque que recibieron por parte de las cúpulas del Ejército, enviado por el gobierno del presidente patilludo. Acusa directamente a Carlos Saúl Primero de recibir órdenes del presidente Bush para eliminar a este sector nacionalista del Ejército y resolver, de una vez por todas, el problema de los levantamientos.

Seineldín habla de Menem con rabia. “Se rió del país”[ix]. Lo acusa de doblegarse ante EEUU, de darse vuelta para formar parte de un plan de las potencias para insertar a América Latina en el Nuevo Orden Mundial a través de la entrega de nuestra capacidad militar. Hace referencia a “acuerdos bastardos entre gente que ha perdido su rectitud” y sacando con todas sus fuerzas su voz de mando militar le dice a los periodistas: “no puedo aceptar que un extranjero venga a mandar en mi país”. También dice, a veces, que reza por su alma y que siente pena por él.

En agosto de 1991, el Coronel Mohamed Alí Seineldín fue enjuiciado y condenado a reclusión por tiempo indeterminado por el delito de rebelión agravado por su condición de militar. Su alegato de defensa finalizó con las siguientes palabras:

6. RESPECTO A LA HONORABLE CÁMARA BASADO EN LOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES: 

       1) Que la JUSTICIA es la base de la sociedad.

        2) Que el Poder Judicial de la Nación, es el guardián de la Constitución Nacional.

        3) Que la Constitución Nacional expresa en su preámbulo PROVEER A LA DEFENSA  COMÚN, idea que siempre movió mis actos.

        4) Que a pesar de todo el esfuerzo realizado durante dos años, ante los sectores Militares y Políticos para  resolver el problema, solo recibí como respuestas: indiferencias, arbitrariedades, burlas y prisiones.

       5) Que antes estas circunstancias, no me quedó otro camino que el de adoptar el 03 de diciembre de 1990, porque sus causas eran legítimas y sintetizaban el sentimiento de las Fuerzas de Defensa Nacionales.

        6) Que de no haber asumido la responsabilidad que me correspondía el 03 de diciembre, hubiera sido considerado un  traidor a la Patria y sin duda, a mi muerte condenado en el tribunal de Dios, único lugar que, además de respeto, le tengo miedo.

         7) Señor Presidente deposito en esta Honorable Cámara, mi confianza en que, el justo veredicto, contribuirá a la  solución de esta grave situación que aqueja al Ejército y a la Defensa Nacional.        

  8) Impulsados por nuestras justas Banderas, establecidas en la Constitución Nacional, Leyes y Reglamentos Militares y avalados por los camaradas muertos, lisiados, heridos y exiliados, expreso mi voluntad, ayudándome en el común dicho del General San Martín “Cuando la Patria Peligra, todo es lícito, menos dejarla Perecer”.

                   ESTE ES  NUESTRO COMPROMISO. Cárcel de caseros,  Agosto de 1991.

¡Dios y patria ó Muerte!

Dios, patria o muerte

Dios, patria o muerte

“Si no fuera por Malvinas la palabra Patria estaría borrada.”[x]

La oscuridad no es una de las características de nuestro antihéroe del día. Para quien lo quiera averiguar, cada uno de los acontecimientos históricos en los que participó están allí, detallados y confirmados o negados por él mismo. Sin embargo, Seineldín se convirtió en un personaje fuertemente controversial, y existen quienes lo llaman “el último patriota”, y quienes lo ligan con las aberraciones más tremendas de nuestra historia nacional.

En tiempos de corrección política, darle voz a un militar católico que se cargó a un general británico parece anacrónico, o audaz. Sin embargo, mientras la Argentina se “des-malvinizaba” y borraba todo vestigio de amor a la patria para entregarle todo lo nuestro al Fondo Monetario, aquellos que entregaron su vida por recuperarlo quedaban demodés, marginados de las reivindicaciones de una sociedad que se entusiasmaba abriéndose al mundo. Seineldín gritaba a viva voz que nos estaban entregando.

Tanto Rico como Seineldín insisten una y otra vez en no haber querido atentar contra la democracia. Sin embargo, los levantamientos carapintadas quedaron instalados uniformemente en la memoria colectiva como símbolo de los condicionamientos militares a los gobiernos democráticos post-dictadura. Alcanza con mirar los videos de la millonaria y determinada movilización de aquella semana santa del 87 en la Plaza de Mayo, que se extendió pronto a todas las capitales del país e incluso a las proximidades de Campo de Mayo -dónde se encontraban las tropas de Aldo Rico- ¿Error táctico? El costo de estos levantamientos fue, finalmente, la desaparición de la línea patriótica y nacionalista del ejército. Aquella que vio nacer al General Mosconi, al General Savio, al mismo Perón, y que soñó con una Argentina libre, justa y soberana. 

Hoy efectivamente, como vaticinó Seineldín, el Ejército está destruido, y entre otros argumentos se enarbola que no existen hipótesis de conflicto en el territorio nacional. Un territorio que tiene las Islas Malvinas ocupadas por el imperio británico, su plataforma marina saqueada por cuanto barco pesquero pirata asoma las narices, y alguna que otra base militar extranjera instalada en zonas despobladas de nuestro suelo. No creo que haya sido la vocación de Seineldín colaborar con su propio destierro político, pero levantarse sólo en armas durante un gobierno democrático resulta, cuanto menos, antipopular. No haber calculado los costos -si es que eso fue lo que pasó- de atemorizar a un país entero que venía de sufrir los tiempos más sombríos de nuestra historia es no asumir la responsabilidad que le cabe al Ejército como institución nacional por las calamidades de la dictadura. A lo mejor el Coronel debería haber atendido un poco a lo que llamaba “política chica”. En Palabras de Perón: “Son, en consecuencia, ‘cuartelazos’ que representan la negación más absoluta de todo sentido institucional y democrático. Es simplemente una manera bestial de burlar la voluntad del pueblo”[xi]

Bibliografía

Síntesis del proyecto mundialista “nuevo orden” para ser impuesto en las naciones iberoamericanas (1992) Mohamed Alí Seineldín. Producido en el campo de prisioneros de Santa María Magdalena. República Argentina.

Semana Santa, 1987. La democracia en vilo. Canal Encuentro – documental.

Nine Battles to Stanley (2014) Nick van der Bijl

https://www.youtube.com/watch?v=220RAApyMxU (alegato)

https://www.youtube.com/watch?v=fFGWpvyUzMg&t=1706s (entrevista)

https://www.youtube.com/watch?v=XKjoUMAGPZE (entrevista con Majul)

https://www.malvinense.com.ar/smalvi/0109/1210.html

https://www.youtube.com/watch?v=ganxbo1bG5w (entrevista con lanata)

https://elpais.com/diario/1987/04/20/internacional/545868006_850215.html


[i] Síntesis del proyecto mundialista…, pág. 10

[ii] Última entrevista al coronel Seineldín

[iii] Última entrevista al Coronel Seineldín

[iv] La Fuerza es el derecho de las bestias, pág. 20

[v] Nine Battles to Stanley,

[vi] Síntesis del proyecto mundialista…, pág. 24

[vii] Última entrevista al Coronel Seineldín.

[viii] Entrevista radial de Seineldín con Lanata.

[ix] Entrevista Seineldín con Luis Majul.

[x] Última entrevista al Coronel Seineldín

[xi] La Fuerza es el derecho de las bestias, pág. 133

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