Háganse cargo

La república y las elites

"Pero la secesión de la CABA, de acuerdo con la lógica republicana, es imposible: en ella también viven los que no viven como los ricos. La ciudad presenta tendencias de urbanización, legislación y esparcimiento que sistemáticamente reproducen la desigualdad entre ricos y pobres por diseño."

Por Mair Williams

  1. Viendo las manifestaciones y escuchando las quejas ante las últimas medidas tomadas para combatir la pandemia, inevitablemente nos preguntamos: ¿por qué se quejan tanto los que viven mejor? La respuesta que ofrecemos acá es simple: tienen razón en sus quejas, ellos no necesitan tantas restricciones porque ya viven en ambientes que reducen el riesgo de contagio. En las líneas que siguen vamos a armar una hipótesis de por qué los que se quejan tienen razón y cuál es el problema social gigante que tenemos entre manos, si ese es el caso. 
  1. Como mostraba Foucault, el tema de la pandemia es un tema de urbanismo y arquitectura. Foucault estudiaba enfermedades contagiosas que afectan a la población de ciudades enteras y señalaba que había diseños arquitectónicos posibles y regulaciones a la circulación excepcionales basadas en esos diseños arquitectónicos que podrían servir para reducir el riesgo de contagio y controlar el estado general de la salud de la ciudad. El caso del COVID no es distinto: también hay factores de arquitectura que pueden mitigar el problema: la ventilación y el espacio para guardar distancia o aislarse. Esos factores nos permiten identificar puntos neurálgicos del espacio público donde el contagio es más probable en función de la ventilación y el espacio disponible. 
  1. Por eso cierto sector de la Ciudad de Buenos Aires, que goza de los medios de transporte, escuelas y clínicas mejor preparados, sienten que las restricciones pensadas para la ciudad real son excesivas. Tienen razón. Para quienes habitan cada minuto de sus vidas una arquitectura amable de casas amplias, calles poco transitadas, clínicas limpias, colegios con recursos abundantes, autos, home office, grandes parques y recorridos cortos, las medidas de cuidado que hoy existen son una exageración. En colegios así, el contagio es mínimo, como demuestran los estudios hechos en ciudades donde todos los colegios son así. Incluso en ciertas ciudades en las que los subtes no van estallados de gente aparecen estudios que dicen que el transporte público es inofensivo. 
  1. El problema entonces no es que sus quejas se basan en información falsa, sino que se basan en información que solo aplica para una minoría. Es decir, tienen un sesgo y la razón de su sesgo es que los ricos se encuentran materialmente tan separados de la mayoría de la ciudadanía. A este fenómeno -que incluye poder irse temporalmente a pasar una cuarentena a una casa de campo, viajar a vacunarse a Estados Unidos, o incluso ir moviéndose de país en país según como viene la situación epidemiológica en cada lugar del planeta- se le llamó “secesión de los ricos” en un libro de Antonio Ariño y Juan Romero González con ese nombre. Vemos que las élites viven cada vez más en un mundo aparte. 
  1. Esto se transforma en un problema para todos porque la separación no es total: vivimos en las mismas jurisdicciones legales, bajo el gobierno de una misma ciudad, ricos y pobres; nos rigen las mismas leyes. Ahora bien, las élites pretenden que las leyes que nos regulan a todos se hagan a la medida de una arquitectura de vida que solo disfrutan ellos. Por eso hablamos de un problema social descomunal, un problema de crisis de la forma de gobierno.
  1. De acuerdo con Maquiavelo y muchos otros pensadores políticos, para que sea posible una república es condición indispensable que, incluso aunque no vivamos todos materialmente igual, la desigualdad no sea tan grande como para que necesitemos leyes distintas. Se vuelve evidente, con el conflicto social de hoy, que la Ciudad de Buenos Aires llegó a un punto de desigualdad tan pronunciado que ya no podemos vivir en comunidad bajo las mismas leyes, porque las leyes que dan libertad a unos le hacen daño al resto, y las leyes que cuidan a la mayoría de la gente perjudican a los que no necesitan cuidarse tanto. 
  1. Entonces sí, los ricos tienen razón. En sus mundos, las medidas del gobierno son innecesarias, incluso atentan contra lo que ellos son libres de hacer sin riesgo. Pero Rodríguez Larreta no tiene razón. En sus discursos para explicar por qué la ciudad no adhiere a la normativa nacional de cuidado, Rodríguez Larreta presentó estudios hechos en ciudades ricas y números para afirmar que la Ciudad de Buenos Aires entera -y no solo una parte privilegiada- goza de una arquitectura poco riesgosa para la pandemia. Al hacer esto, Larreta presenta a la ciudad acertadamente como el distrito más rico del país, pero omite que la ciudad es también el distrito más desigual del país. Omite las escuelas sin recursos, los hospitales colapsados, los medios de transporte abarrotados. En ese movimiento, Rodríguez Larreta expone su filosofía de gobierno: una población debe tener las leyes que se ajusten mejor a la realidad arquitectónica del sector más rico de su territorio. 
  1. La secesión de las élites con respecto a la comunidad es posible; más que posible, es un hecho material. Pero la secesión de la Ciudad de Buenos Aires, de acuerdo con la lógica republicana, es imposible: en ella también viven los que no viven como los ricos. La ciudad, en los últimos años, presenta tendencias de urbanización, legislación y esparcimiento que sistemáticamente reproducen la desigualdad entre ricos y pobres por diseño. Ese diseño está escrito en forma de código urbanístico, políticas de transporte, presupuestos y contratos. Su efecto son los patrones que saltan a los ojos cuando alguien mira un mapa del transporte, de la calidad habitacional, del delito, de la falta de vacantes en escuelas. La ciudad aparece cortada al medio en cualquier estadística general de la ciudad que vemos plasmada en un mapa de su territorio. Eso demuestra que no solo CABA es el distrito más rico, sino también el más desigual del país. Tan desigual que ya ni nos vienen bien las mismas leyes. Frente a esa desigualdad el Jefe de Gobierno decide legislar para oficializar jurídicamente la secesión de los ricos, inaugurando así el pasaje de una República a una Oligarquía.
  1. En conclusión, Rodríguez Larreta declaró, en cadena nacional, que la ciudad de Buenos Aires es demasiado rica para ajustarse a las leyes de la República Argentina, y a la vez demasiado desigual para ser gobernada de forma republicana. Si su afronta al gobierno nacional implica todo esto que acabamos de ver, y si es a la vez el programa con el que piensa competir por la presidencia, estamos en condiciones de afirmar, esta vez de verdad, que con Rodríguez Larreta corre riesgo la Republica. 

1 comentario

  1. Excelente artículo, muy interesante el análisis, el tema del gobierno debería ser achicar la enorme desigualdad existente en CABA con más y mejores oportunidades para todos. No es fácil, pero bajo ningún aspecto debemos abandonar ese objetivo en ninguna región del país

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: