El intento de construir una definición de salud universal y unívoca es una pretensión engañosa. Es imposible pensarnos como pura biología indisociada del entorno cultural que nos hace humanos y humanas. Los conflictos laborales, económicos, políticos, familiares, del barrio -hasta una pandemia-, tienen efectos lo suficientemente contundentes en nuestras vidas como para entrar en el mapa de cómo “sanar”. La aparición -o el etiquetamiento- de fenómenos como el estrés, los ataques de pánico o el burn out, no hacen más que ponerle un nombre a situaciones de padecimiento psíquico que pareciera que, hasta que no tienen escandalosas repercusiones en el cuerpo, son ignoradas por el modelo médico.
En materia de salud mental, y luego de numerosas experiencias desmanicomializadoras en nuestro país, se alcanzó una primera síntesis en la Ley Nacional de Salud Mental y Adicciones en el año 2010. Define a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona. Sobre el ámbito de aplicación expresa: “El proceso de atención debe realizarse preferentemente fuera del ámbito de internación hospitalario y en el marco de un abordaje interdisciplinario e intersectorial, basado en los principios de la atención primaria de la salud. Se orientará al reforzamiento, restitución o promoción de los lazos sociales. ” (Art. 9º). Invita a la promoción de dispositivos de inclusión social y laboral, apoyo a grupos familiares y comunitarios, casas de convivencia, centros de capacitación socio-laboral, hospitales de día, entre otros.
Las prácticas comunitarias en salud proliferaron desde entonces para ocupar el espacio al que invita el nuevo paradigma inaugurado con la Ley. En todos los rincones del país emergen dispositivos que se ocupan de producir salud desde una perspectiva integral, con formas de trabajo creativas y participativas, integrando aquellas voces acostumbradas a ser segregadas y violentadas. Su definición aún se encuentra en construcción, porque lo más interesante de estas prácticas es su versatilidad y su capacidad de inventiva. Desde un merendero con talleres de Educación Sexual Integral, hasta emprendimientos socio productivos de personas externadas de los manicomios, integran esta variopinta propuesta de abordaje en salud.
¿Por qué prácticas?
Desmenucemos un poco: “prácticas” hace referencia a una forma de trabajo que invierte la forma de construir conocimiento. A diferencia del saber académico en donde, por decisión o por desviación, la teoría quedó encerrada en los muros de las Facultades, las prácticas en salud proponen construir ese saber hacer desde las necesidades de la propia comunidad en la que se encuentran insertas. Esta forma de producir respuestas a los desafíos siempre cambiantes que se presentan, les permite una creatividad y una flexibilidad que puede, por ejemplo, transformar su actividad cuando la coyuntura cambia junto con las necesidades de quienes por allí transitan. Durante la pandemia, muchos de estos dispositivos de salud comunitaria pudieron reformular su abordaje para atajar las necesidades de un escenario incierto y aterrador, resultando fundamentales para la contención y acompañamiento de las personas.
¿Por qué comunitarias?
Sara Ardila y Emiliano Galende, referentes en la investigación sobre Salud Mental en la comunidad, definen: “Con Salud Mental en la Comunidad lo que se postula como eje central de la atención y la rehabilitación es, por el contrario -a la atención manicomial-, preservar o recuperar en el sufriente mental su capacidad en relación con los otros de su comunidad, la vida en común con sus semejantes, en la sociedad que le toca habitar” (Ardila y Galende, 2011).
Las propuestas de salud comunitaria son flexibles y dialógicas; todas las personas allí pueden aportar sus saberes y experiencias en la construcción de espacios colectivos saludables. Su puesta en práctica está dada por agentes comunitarios, que pueden ser profesionales de la psicología, la musicoterapia, la psiquiatría, la terapia ocupacional, acompañantes terapéuticos, enfermeros, enfermeras, artistas, grupos organizados dentro de las comunidades; y se produce allí una mixtura de saberes que facilita la creatividad y la participación inclusiva. En definitiva, la salud comunitaria excede por completo las barreras disciplinares.
El agente comunitario, entonces, como síntesis de esa mixtura de saberes, se desenvuelve con versatilidad, enfocando su quehacer en el estar con otros, potenciando el lazo social y organizando la construcción colectiva hacia un horizonte común. Los conocimientos que sirven al hacer se encuentran siempre ligados al transcurrir de los procesos colectivos, sin estar necesariamente pre establecidos.
La comunidad de prácticas
El Encuentro Plurinacional de Prácticas Comunitarias en Salud es una red que propone, hace ya 11 años, el intercambio de experiencias entre estos agentes. Aglutina experiencias de abordaje en consumos problemáticos, salud mental, género y diversidades, discapacidad, entre otras áreas de trabajo, desde una perspectiva de salud integral que involucra prácticas artísticas, terapéuticas, socio productivas, asambleas de usuarios de salud mental, grupos de contención de familiares, teatro comunitario y muchos etcéteras. La variedad de los dispositivos da cuenta de las infinitas respuestas que existen frente a los desafíos que presenta la salud de las personas.
El Encuentro se realiza anualmente en el mes de noviembre en distintos lugares del país. Las prácticas comunitarias de todo el país se acercan a contar sus experiencias de trabajo: cómo hacen lo que hacen, y las actividades se desarrollan bajo la forma de mesas de intercambio de experiencias, talleres vivenciales, foros de debate y actividades culturales. Este año tendrá un formato mixto, presencial y virtual, que permite la participación incluso de prácticas de otros países. Para el momento de publicación de este artículo, estarán en marcha las mesas de trabajo virtuales y estará próxima la fecha de cierre el domingo 28 de Noviembre en la ciudad de Rosario.
La promoción de salud en estos dispositivos se encuentra ligada a praxis colectivas, en donde los usuarios pueden transformarse en sujetos activos de su propio bienestar psíquico. Bienestar que siempre es con otros, construyendo lazos allí donde el Modelo Médico Hegemónico propone docilización, inercia y aislamiento. Para derribar los mitos y prejuicios sobre la locura se necesita más que una Ley. Incluso se necesita más que la desaparición de los hospitales monovalentes. Hacen falta prácticas concretas en el seno de la comunidad que motoricen la transformación de una sociedad que aún tiene mucho que aprender sobre su propia salud. Y para esta tarea, todos y todas tenemos algo que decir.
Para más información sobre el Encuentro: @saludcomunitaria.encuentro / Fb. Encuentro Plurinacional de Prácticas Comunitarias en Salud / Correo electrónico: encuentro2021@saludcomunitaria.net